Page 48 - Lanzarotto Malocello de Italia a Canarias
P. 48

46                                               1Lanzatotto j!tila(oceUo



               Y entonces,  de  esta sensacion de  vado, de  esta "sublime dispersi6n"
            que nos  sorprende,  nace aqui la necesidad de la palabra desencadenante
            que en un verdadero efecto domino nos aporta, en cascada, una nifaga de
            imagenes que no son sino una creacion fantastica, que mana de una sabia
            obra de proposiciones, observaciones y sensaciones.
               Antes de nada:  wor qué no existe un busto de Lanzarotto Malocello?
            loPor qué tampoco hay un  simple esbozo como el de su coetaneo, Oberto
            Doria, capitan del pueblo? El esbozo que poseemos de este ultimo es de una
            nitidez y un realismo tales  que dudamos puedan haber sido precisamente
            otros los rasgos de Oberto Doria.
               En cada construccion nobiliaria, en cada linaje que se precie existe una
            "gaieria de los antepasados" y, por lo tanto, este serfa e1 primer paso hacia
            la elaboracion, la preparacion, la "puesta en escena" de una vida. Sin em-
            bargo, lo repetimos, un simple esbozo también nos bastarfa para empezar,
            precisamente como en el caso del capitan del pueblo, Oberto Doria.
               Desde cualquier rincon del Imperio Romano resurgen estatuas y bustos;
            no  hay  un  momento del ano  en el que desde un rincon  de  aquel  tiempo
            modificado -ya sea en  Grecia, Tunez o Espana- reaparezca una mirada de
            marmol (tan maravillosa que podrfamos atribufrsela incluso a una estatua sin
            cabeza). Efectivamente, también en este caso, cuanto mas hubiese reinado
            un emperador, mas tiempo habrfa tenido para "recordarse", para hacer sus
            ''fotografias'' para la posteridad. Pero el verdadero tesoro, que vuelve a salir
            a la luz, no es tanto el busto, la moneda de un emperador que hubiera reinado
            durante mucho tiempo y que quizas contara también entre sus cualidades
            con la sabidurfa; sino lo sublime, ese incalculable val  or que se le atribuye
            a aquellos emperadores que reinaron poco -GaIba, Pertinax, el mismfsimo
            Caligula- o que se distinguieron por sus excentricidades e incluso por su
            locura. Y en este ultimo caso, es el escaso material del que disponemos lo
            que nos  permite hacer una obra antologica de absolutamente todo  lo que
            nuestra alma es capaz de vislumbrar.
   43   44   45   46   47   48   49   50   51   52   53