Page 176 - Le Operazioni Interforze e Multinazionali nella Storia Militare - ACTA Tomo I
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176 XXXIX Congresso della CommIssIone InternazIonale dI storIa mIlItare • CIHm
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celamos. Pese a ello, no olvidemos que fue precisamente en la Península Ibérica donde
la “Ulcera Española” de Napoleón se convertiría a la postre en “enfermedad” letal, tal
y como él reconocería en la intimidad más tarde en el exilio: “Esa guerra desafortunada
fue la causa de mi ruina: dividió mis fuerzas, me obligó a multiplicar el esfuerzo, hizo
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que mis principios se tambaleasen.”
El presente artículo aborda sumariamente la conducción de las operaciones conjuntas
y combinadas por parte de Sir Arthur Wellesley y nuestra finalidad es resaltar la verdad
relativa que existe detrás de ciertos principios del arte de la guerra como la dicotomía
entre teatros de operaciones principales y secundarios; los beneficios de la guerra expe-
dicionaria frente a la guerra de defensa territorial; y, en última instancia, los dividendos
de paz y seguridad inherentes a la seguridad colectiva como sistema frente a los defectos
presentes en el modelo alternativo de equilibrio de poder.
Un révolutionnaire en asuntos militares en plena Edad de las Revoluciones, de ha-
ber vivido en este siglo Sir Arthur Wellesley hubiese abogado probablemente por las
operaciones conjuntas terrestres, navales, submarinas, aéreas y hasta incluso espaciales
simultáneamente. O tal vez no, pues así es la intuición de los genios a veces…
Acto I: un ejército metido a marina y viceversa.
Una cosa era declarar la guerra a la Rusia de los zares y otra muy distinta traicionar
la lealtad del pueblo español. De hecho, las tropas francesas habían venido a España en
tránsito hacia Portugal, país acusado de estar incumpliendo el embargo impuesto por
Francia al comercio con Gran Bretaña a través del infame e impopular “Sistema Con-
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4 Con modestia pero con rotundidad consideramos la afirmación de Clausewitz simplemente equivocada. La
guerra no es la continuación de la política por otros medios. Antes al contrario, parafraseando al general
prusiano: es la política la que debería ser considerada como “la continuación de la guerra por otros medios
(civilizados)”. La afirmación de Clausewitz presupone la existencia de Estados −y de la política de Estado−
como institución permanente a lo largo de la historia, ignorando el hecho que la guerra misma es un fenómeno
que antecede por muchos siglos al Estado, que el Estado no es la única forma de organización política y
social que ha existido y, sobre todo, que es precisamente debido a que la vida en estado de naturaleza
llevaba al individuo a la pugna permanente con sus semejantes, por lo que se convino el Estado como
forma de convivencia pacífica y próspera entre los hombres y los pueblos. Por consiguiente, no resulta nada
extravagante afirmar que la política es, de hecho, la continuación de la guerra por otros medios. Véase más
sobre el papel de Estado en las relaciones humanas en WALTZ, K. (2001), Man, the State, and War, Columbia
University Press, New York.
5 LAS CASAS, E. (1823), Mémorial de Saint Hélène: Journal of the Private Life and Conversations of the
Emperor Napoleon at St Helena, Vol. 2, Pt. 2, H. Colburn and Co., London, p. 220.
6 PARKER, G. (2005), The Cambridge History of Warfare, Cambridge University Press, New York, p. 205:
“Napoleón no agrupó a todos los Estados del Continente europeo en una zona de libre comercio sino que,
en su lugar, impuso un sistema de tarifas abusivas beneficioso para Francia; por consiguiente, el Sistema
Continental era una herramienta de dominio francés antes que un frente común contra los británicos.”
Irónicamente, Wellesley habrá de explotar más tarde la táctica del hambre en la Guerra de Independencia
con su táctica de sitios y encomendando a la Royal Navy misiones de interdicción naval dirigidas contra los
convoyes de suministro marítimo de los franceses.
7 HOWARD, M. (2009), War in European History, Oxford University Press, Oxford, p. 91: “Una de las
consecuencias [del embargo] fue que los pueblos europeos eran menos conscientes de los beneficios políticos
que les podían proporcionar los portadores del estandarte de la Revolución Francesa que de la arbitrariedad y
corrupción implícita en una economía controlada.”