Page 180 - Le Operazioni Interforze e Multinazionali nella Storia Militare - ACTA Tomo I
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           donde les aguardaba una comisión de investigación; quedando ahora las fuerzas britá-
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           nicas al mando de Sir John Moore.  En Gran Bretaña una comisión de investigación, y
           no un consejo de guerra, presidida por el General Sir David Dundas y contando con la
           asistencia de un auditor militar examinó el contenido del armisticio y especialmente la
           conducta de Burrard, Dalrymple, Wellesley y otros oficiales con mando sobre las tropas
           durante la batalla de Vimeiro. Una de las condiciones del armisticio, como ya se dijo,
           era que los franceses podían abandonar Portugal con sus todas “pertenencias y equipos”
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           intactos y, tal y como Wellesley declaró ante la comisión,  esa expresión solo incluía los
           equipos de carácter militar. Sin embargo, la polémica residía en el hecho que cuando los
           delegados británicos encargados de supervisar el embarque de los franceses en Lisboa se
           personaron en el puerto descubrieron, para su asombro, que muchos oficiales y genera-
           les franceses estaban subiendo a bordo caballos, obras de arte y otros objetos de dudoso
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           carácter “militar”.  La comisión de investigación, tras un examen de los hechos, dio por
           zanjado el asunto y acordó que no había lugar a la exigencia de responsabilidad contra
           ninguno de los investigados. Tal era el celo con el que el Parlamento de Westminster
           seguía los eventos en la Península Ibérica. Toda conducta criminal cometida en tiempo
           de guerra merece especial reproche quien quiera que sea el culpable, pero una cosa era
           la triada de pillaje, embriaguez y desmanes de todo tipo que la tropa cometía tras la caí-
           da de una ciudad sitiada,  y otra muy distinta el saqueo sofisticado de joyas, cuadros,
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           objetos religiosos y otro tipo de obras de arte que tan poco decía de la honorabilidad de
           los oficiales superiores.
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              La breve estancia de Sir John Moore en la península podría considerarse un éxito
           estratégico y al tiempo un fracaso operacional repleto de adversidades tácticas. El Ge-
           neral Moore gozaba de prestigio entre sus subordinados. Había participado con éxito en
           acciones de guerra en los Países Bajos, Sicilia, Calabria, Egipto, Irlanda y en las Indias
           Occidentales. Persona imaginativa dispuesta siempre a romper viejos moldes,  se le
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           aborrecía en los cuarteles generales tanto como a Wellesley pese a su excelente hoja de
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           servicios.
              La situación en España era optimista. Mientras que Junot había sido derrotado en Por-
           22  WESTMORLAND, p. 45.
           23  Dispatches, Vol. IV, p. 182.
           24  En uno de estos episodios patéticos, un conocido general francés tuvo que ser persuadido de no subir a bordo
              una colección de obras de arte que resultó ser propiedad de una aristócrata portuguesa. Al final desistió de
              sus propósitos gracias a la intervención de un pelotón de infantes de marina británicos a punta de bayoneta
              (WESTMORLAND, pp. 42-43).
           25  Wellesley era el primero en condenar este tipo de hechos. Con ocasión de discutir el estado de disciplina
              de sus tropas en España hacia 1813 no ahorró adjetivos cuando le preguntaron por los saqueadores y los
              desertores: “Tenemos en filas como soldados a la peor escoria de este mundo…” (Dispatches, Vol. X, p. 496).
           26  WESTMORLAND, p. 40.
           27  HOWARD, p. 89.
           28  A Sir John Moore se le conocía en círculos conservadores como el “General Whig” y no precisamente por
              sus ideas liberales, que de hecho las tenía, sino como insinuando que se trataba de un militar incompetente
              que había llegado al generalato por influencia del Partido Liberal. MOORE, J. (1904), The Diary of Sir John
              Moore, Vol. I, E. Arnold Pub., London, Preface, p. viii. La poca simpatía que Moore sentía a su vez hacia los
              políticos conservadores en Vol. II, pp. 239-245.
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