Page 185 - Le Operazioni Interforze e Multinazionali nella Storia Militare - ACTA Tomo I
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          vidó de añadir a costa de qué estómago: ¿El del soldado o el del campesino? De hecho,
          la logística “auto-financiada” puesta en práctica por Napoleón no solo le enajenaba la
          simpatía de la población de los territorios ocupados sino incluso la de su propia pobla-
          ción, la cual prefería vender sus productos a los proveedores del ejército de Wellesley
          antes que a los del General Soult. 51
                  Si en 1808 existía un ejército en Europa tan opuesto a la Grande Armée como
          el día es a la noche, ese ejército era, desde luego, el británico. Pactos y acuerdos consti-
          tucionales que databan del siglo XVII habían hecho del ejército un servicio sometido al
          control del Parlamento. Y el Parlamento ejercía ese sometimiento a través de múltiples
          controles sobre su presupuesto, su tamaño, su empleo, su abastecimiento e incluso sobre
          su propia existencia mediante una ley de vigencia anual destinada a castigar la rebelión
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          militar: la Mutiny Act.  De hecho, toda forma de militarismo iba en contra de la tradi-
          ción constitucional inglesa. Si un ejército permanente era considerado como un instru-
          mento de tiranía, la idea de un servicio militar obligatorio era impensable.  El ejército
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          británico se nutría de personal voluntario alistado para una campaña en particular. Del
          mismo modo, muchos regimientos se constituían para una determinada campaña y al
          término de la misma eran disueltos.  No ha de extrañar, por consiguiente, que para el
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          común de los  británicos todo lo que sonase a ejército regular, consejos de guerra o sus
          leyes y ordenanzas tuviese la consideración de “males temporales de una enfermedad
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          del Estado, las cuales no forman parte de las leyes permanentes y perpetuas del reino”.
          Con todo, cada soldado era de hecho un ciudadano y porque “era un ciudadano, y quería
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          seguir siéndolo, se metía a soldado durante un tiempo.”  Ni que decir tiene, por supues-
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          to, que mientras era soldado estaba sometido a estricta disciplina.  Wellesley resolvió
          el dilema de la logística como un hombre de negocios inglés de su época: con barcos y
          dinero. El dominio británico del mar le permitió poner en práctica la estrategia y la tác-

          51   WELLER, J. (1964), Wellington’s Peninsular War Logistics, Journal of the Society for Army Historical
             Research, Vol. 42, pp. 197-202, pp. 198-200.
          52   Durante las pugnas del siglo XVII entre el Parlamento y la Corona se había llegado a un acuerdo en virtud
             del cual se autorizaba al monarca a organizar un ejército y a mantenerlo en suelo inglés siempre y cuando
             contase con autorización parlamentaria y lo mantuviese bajo la más estricta disciplina. Dados los repetidos
             intentos de clausurar el Parlamento y establecer una monarquía absoluta que se habían producido durante las
             revoluciones de 1640 y 1688, no ha de extrañar, por consiguiente, que la autorización parlamentaria tuviese
             lugar mediante una ley llamada precisamente Mutiny Act.
          53  FRIEDMAN, L. (1969), Conscription and the Constitution: The Original Understanding, Michigan Law
             Review, Vol. 67, No. 8, pp. 1493-1552, p. 1502.
          54   HOWARD, p. 88.
          55   BLACKSTONE, w. (1765), Commentaries on the Laws of England, Clarendon Press, Oxoford, Vol. 1, p.
             400.
          56   Ibid., p. 395.
          57   La justicia militar británica era implacable y ejemplar. Francis Seymour Larpent, auditor agregado al Estado
             Mayor de Wellesley durante la guerra, dejó una crónica de los numerosos consejos de guerra celebrados
             contra soldados y oficiales del ejército británico por delitos como la embriaguez o la destrucción de propiedad
             particular a los más graves de deserción, violación o desobediencia. LARPENT, G. (1853), The Private
             Journal of F. S. Larpent, Judge Advocate General of the British Forces in the Peninsula, attached to the
             headquarters of Lord Wellington during the Peninsular War from 1812 to its close, Richard Bentley, London
             (Elibron Classics reprint, 2005).
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