Page 182 - Le Operazioni Interforze e Multinazionali nella Storia Militare - ACTA Tomo I
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182 XXXIX Congresso della CommIssIone InternazIonale dI storIa mIlItare • CIHm
Coruña mientras que otras fuerzas lo hacían en Vigo. El día 17 correspondía embarcar
a la infantería pero los franceses contraatacaron. La batalla que aconteció en Coruña, y
que habría de costarle la vida a Moore, salvó sin embargo el honor de Gran Bretaña y la
única fuerza terrestre con la que contaba. De no haber sido por la evacuación que hicie-
ron posible los buques de la Royal Navy, el magnífico ejército que mandaba el General
Soult hubiera echado a las fuerzas del General Moore literalmente al mar. En otras pa-
labras, el único ejército del que disponía Gran Bretaña hubiera sucumbido a su enemigo
poniendo así fin a la voluntad de resistencia de los españoles y obligando a los británicos
a firmar la paz con Francia. Con todo, la retirada ordenada por Moore demostró ser un
éxito desde el punto de vista estratégico pero la continua indecisión de este en cuanto al
punto de embarque: Vigo, Betanzos, luego Coruña, no hizo más que añadir otra carga
innecesaria a un ejército ya de por sí fatigado, diezmado por los numerosos casos de en-
fermedad, por un servicio de aprovisionamiento que no siempre estuvo a la altura de las
circunstancias y por numerosos casos de indisciplina. Esto último era debido a que entre
la tropa y la oficialidad cundió la idea que el abandono de España no solo era faltar a la
palabra dada a los españoles sino que constituía un acto de cobardía del propio Moore.
Desgraciadamente, la caída de Coruña en manos francesas significó también la pérdida
de los buques de la Armada amarrados en Ferrol. 33
El mando de las tropas británicas en Portugal recayó en el Teniente General Sir John
Cradock; y ese país, tras la caída de Coruña, se convirtió de nuevo en teatro de opera-
ciones. Las fuerzas francesas al mando del General Soult ocuparon a continuación las
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provincias portuguesas próximas a Galicia, capturando Oporto el 29 de marzo. Pero el
Gobierno británico no estaba dispuesto a abandonar la empresa peninsular. No ha de ex-
trañar que de nuevo ofreciese a Wellesley, partidario de la causa española y portuguesa,
el mando de la fuerza expedicionaria. Una vez en Portugal, Wellesley debía atravesar a
España y unirse al ejército español mandado por el General Cuesta. Los dos generales,
por lo que se ve, no parecían sentir gran simpatía mutua. 35
En marzo la armada combinada hispano-británica contribuyó a la captura de Vigo
desembarcando fuerzas, armas y munición mientras que su fuego artillero se dirigía con-
tra las murallas de defensa de la ciudad. En junio sus cañoneras ayudaron a las tropas
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españolas procedentes de Vigo, cuya misión era la de repeler el avance francés a través
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de Sampayo, forzando la retirada definitiva de Galicia por parte del General Ney. En el
Mediterráneo, la armada combinada evitó el reaprovisionamiento marítimo de Cataluña
por los franceses, para forzar así la caída de Barcelona, y desembarcó frecuentemente en
33 MARTINEZ-VALVERDE, p. 83.
34 Dispatches, Vol. IV, p. 243.
35 Había quienes intrigaban intentando convencer al General Cuesta que el general inglés quería debilitar
su ejército sugiriendo con frecuencia su fragmentación en destacamentos, reduciendo así su capacidad de
combate y con ello la gloria que podría corresponderle a aquel en la expulsión de los franceses de España
(WESTMORLAND, p. 72). Por el contrario, las quejas de Wellesley contra el modo de dirigir las operaciones
de Cuesta no son pocas (Disptaches, Vol. V, pp. 51, 253, 254, 256, 259-260).
36 MARTINEZ-VALVERDE, p. 83.
37 FRANCO, p. 261.