Page 243 - Conflitti Militari e Popolazioni Civili - Tomo I
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          a Francia, era al mismo tiempo dinástico, por oponer el “deseado” Fernando VII a José
          Bonaparte; reaccionario, por oponer las viejas instituciones, costumbres y leyes a las racio-
          nales innovaciones de Napoleón; supersticioso y fanático, por oponer la “santa religión” a
          lo que denominaba ateísmo francés, o sea a la destrucción de los privilegios especiales de
          la Iglesia romana.” 6
             La nueva ideología la fueron imponiendo los diputados de Cádiz y los nativos y población
          flotante más chillona y, prueba de que el puebo español -y no sólamente la corona- no la asi-
          miló, son nuestras guerras civiles del resto del siglo.


          Otras Peculiaridades de la guerra de la usurPación
             De los múltiples aspectos de esta Guerra, todos ellos tratados muchas veces y que hacen
          de ella una guerra peculiar, la combinación insatisfactoria de esfuerzos encaminados a un
          fin nacional común, es el más extraordinario. Fuente de discordia estamental, por causas
          que veremos, produjo unos resultados no deseables en perjuicio de las operaciones militares
          propiamente dichas.
             No dejaremos sinembargo de señalar antes otra peculiaridad, que supone un aspecto mu-
          cho más positivo, y que no puede separarse del anterior. El hecho de que esta contienda, a
          diferencia de otras en la propia era napoleónica en las que una o dos batallas decisivas basta-
          ron para la rendición general del país, en España, a un ejército derrotado sucedía otro nuevo
          que no tardaba en sustituir al anterior más que el tiempo mínimo para alistarlo, armarlo y
          adiestrarlo precariamente.
             Nada pudo el desaliento, en espera del cambio en el panorama nacional e internacional
          que favoreciera por fin su actuación. La prensa inglesa, y particularmente The Courier com-
          prendió ya en sus oficinas del Strand londinense, en fecha tan temprana como el 4 de agosto
          de 1808, que Es en la constancia en la única forma en la que los españoles pueden ganar. el
          modo napoleónico de hacer las cosas, el buscar y obtener la batalla decisiva, no sirvió en este
          caso, y Ocaña (19 de noviembre de 1809) no se convirtió en un Wagram que había incitado
          a Austria cinco meses antes no sólo a pedir la paz, sino incluso la alianza con el vencedor.
          Guerra total, guerra a muerte, guerra nacional, es aquella que, como indica José almirante
          en la que la nación no se contenta con alentar y secundar a su ejército, sino que se le une
          integralmente, y saliendo al campo, forma casi una masa compacta, impotente de hombres
          y hasta mugeres fanatizados por el patriotismo. La guerra de la Independencia es el tipo de
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          guerra nacional, consagrado por todos los pueblos modernos. . Guerra hasta el final sin
          posibilidad de armisticio y compromiso, en la que el juicio de Napoleón también pecó de
          injusto al tachar de hombre por debajo de las necesidades a su hermano José, cuando en todo
          momento un arreglo y una componenda fueron algo impensable.
             El tratadista militar Antoine-Henri, barón de Jomini, que había sido jefe de estado mayor
          del mariscal Ney, fue el primero en calificar de “guerre nationale” a la “Guerre d’ Espagne”.
          El fracaso en la sumisión total del territorio español no lo cifra ni en el continuo esfuerzo
          regenerativo de lAs tropas españolas, ni en el constante estado de guerra provocado por las


          6   Engels, F. y Marx, C., España Revolucionaria, Madrid, Ediciones Vosa, 1990, pág. 13.
          7   Almirante Torroella, José: Diccionario..., Tomo I, pág. 649.
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