Page 249 - Conflitti Militari e Popolazioni Civili - Tomo I
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          único en la zona de operaciones y la integración en las fuerzas regulares.
             Este mismo general, en connivencia con la Junta de Cataluña, intentó acomodar los alista-
          mientos a la índole de los naturales, imponiendo sólo un enganche de dos años, con facultad
          de gozar cada seis meses de una licencia de 15 días. Señala Toreno al respecto: Sin embargo
          los catalanes tan dispuestos á pelear como somatenes, repugnaban á tal punto el servicio de
          tropa reglada que tuvo su congreso que establecer comisiones militares para castigar á los
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          desertores, y aun a los distritos que no aportasen su contingente. .
             Ante esta situación ni las regencias ni las Cortes estuvieron a la altura de las circunstan-
          cias, indecisas ante el dilema y temerosas de adoptar actitudes poco populares. La decisión
          de Blake de dejar el mando de su ejército en manos del marqués de Portago, tras haber solici-
          tado su relevo de la Junta Central sin conseguirlo, no se debió a la pérdida de Gerona, sino el
          haber permitido esta que el Congreso catalán levantara 40.000 hombres de somatén en contra
          de su criterio Blake quería crear cuerpos de línea y no reuniones informes de indisciplinados
          paisanos Pero los catalanes... hallaron arrimo en el gobierno supremo, desatendiéndose las
          reflexiones juiciosas y militares de Blake, quien en medio de sus conocimientos no gozaba de
          popularidad á causa de su mala estrella. .
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             La integración de partidas, somatenes, milicianos, voluntarios, en las unidades regulares,
          de lo que constantemente se quejaron sus mandos naturales no fue eficaz para estas ni feliz
          para las primeras. Lo mismo ocurrió con la incorporación, desde diciembre de 1808, de los
          tercios de migueletes a los regimientos del ejército. Para todos ellos la actuación indepen-
          diente resultaba más acorde con su propia naturaleza, comprometiendo la efectividad, pro-
          duciéndose descoordinación y deserciones que se intentó atajar con la peor de las fórmulas:
          el indulto repetido. La Junta de Cataluña pone en boca de Fernando VII desde Tarragona en
          1809 el siguiente encabezamiento a un cuarto indulto: Por quanto la benignidad con que
          quise hasta aquí fuesen tratados los Desertores de los Cuerpos de exército concediéndoles
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          indultos generales hasta dos y tres veces ... . la Proclama a los catalanes del marqués de
          Copupigny de ese mismo año tiene mucho de reproche: La escandalosa deserción de los
          Miqueletes y el criminal abrigo que encuentran en sus casas y en sus pueblos, han dexado
          en esqueleto los tercios que levantasteis al Principio de la Guerra... . Este mismo capitán
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          general se vería obligado más tarde a dictar un bando imponiendo sanciones a quienes pro-
          pagasen que las tropas regulares no cumplían con sus deberes de soldados y que los paisanos
          se bastaban para expulsar a los franceses del Principado.
             En el resto de España la integración de oficiales y soldados en las partidas como conse-
          cuencia de haber sido deshechas sus unidades en combate es un hecho bien probado, así
          como el que desertores y fugitivos, previamente alistados en el Ejército, tenían pocas alter-
          nativas diferentes que la de sumarse a la que más pareciera convenir a cada situación, siendo
          bienvenidos en ellas. La acción reclutadora de las partidas, incluida esta de reclutamiento pa-
          sivo, puso en entredicho el pretendido monopolio del ejército en la defensa armada y redujo


          18  Queipo De Llano, conde de Toreno, José María: “Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de Es-
              paña”, Tomo II, París, Baudry, 1851, pág. 180.
          19  Queipo De Llano, José María: “Historia del Levantamiento..., Tomo II, pág. 125.
          20   Impreso de la Junta de Cataluña, por Miguel Puigrubí, Tarragona, 1809. Encabezamiento.
          21   Coupigny, Marqués de: Proclama a los Catalanes. Quartel General de Tarragona (1809).
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