Page 151 - Le Operazioni Interforze e Multinazionali nella Storia Militare - ACTA Tomo I
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ActA
Doc. 5. Los desembarcos según el marqués de la Mina
GUZMÁN-DÁVALOS, Jaime Miguel de (marqués de la Mina): Máximas para la
Guerra. Ed. Manuel-Reyes García Hurtado. Ministerio de Defensa. Madrid, 2006, Ca-
pítulo III, pp. 234-236.
«Es muy difícil a las tropas de tierra embarazar los desembarcos, porque siempre
se ejecutan en las playas descubiertas que barre el cañón de los navíos, se llenan de
granaderos escogidos, muchos botes y embarcaciones menores, que distribuidos con
extensión llegan formados a las orillas, y al mismo tiempo de tomar tierra la tropa se
halla en línea, llevan los caballos de frisa que se plantan sin detención, y desde luego se
pone el terreno en defensa. Precedida esta primera maniobra vuelven los botes por se-
gunda, tercera remesa y cuantas son necesarias para el desembarco de toda la infantería,
y a proporción que el número crece se gana terreno para darse lugar, pero sea siempre
con el cuidado de hacer martillo para los costados para cubrir los flancos, de modo que
forme la infantería con la mar un cuadrilongo o rectángulo para precaver un ataque en-
tonces o en la noche o al amanecer, pues pudiera con la oscuridad acercarse el enemigo
sin riesgo del cañón de los bordos, y si consiguiera mezclarse dejaría inútil su fuego.
Antes de haber desembarcado toda la infantería no se ha de pensar en la caballería, el
cañón, equipaje y el resto de la máquina, todo lo cual tomará tierra a la retaguardia de la
infantería, en el cuadro que se ha supuesto formar con la mar. Deberá ejecutarse todo el
desembarco al amanecer, porque es la hora regularmente de estar las aguas más quietas,
y por tener todo el día para la operación.
Las tropas de granaderos y piquetes que se destinen las primeras irán a la ligera sin
más que sus armas, municiones y pan, y han de ser cuantas más se pueda, según los bo-
tes, lanchas, falucas, etc., que den de sí los bajeles mayores. No suelen tener las playas
abiertas el fondo necesario para arrimarse mucho los navíos de guerra, por lo cual no son
los mejores para este caso, aunque el mayor calibre de su cañón dé alcance a su fuego de
lejos. Las galeras, jabeques y fragatas son más a propósito porque se acercan sin riesgo
y abrigan el desembarco. Aunque es natural que sea superior el que desembarca al que
le recibe puede alguna vez convenir, según el terreno y las circunstancias, que lleven las
primeras tropas instrumentos de gastadores para fortificar un puesto y cañón de montaña
o petardo para forzarle.
Saldrán a tierra con las primeras tropas oficiales de grado que las manden y del esta-
do mayor que las formen, y convendrá que cada capitán sepa los piquetes que debe tener
a sus costados para facilitar que los busque sin confusión ni voces. Luego que haya cier-
to número de gente en tierra me parece que se adelanten mangas a formar una especie
de avanzados o primera línea que descubran apostándolas en las alturas, en las peñas,
las casas, vallados o parajes más ventajosos, que a este fin ofrezca el país. Pero esto
pide mucha cautela y reconocimientos prolijos y antecipar sargentos y cabos advertidos
para precaver alguna emboscada en terreno extraño, y si hay cerca arboleda o quiebra es
preciso reconocerla primero y asegurarse.»