Page 156 - Le Operazioni Interforze e Multinazionali nella Storia Militare - ACTA Tomo I
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156 XXXIX Congresso della CommIssIone InternazIonale dI storIa mIlItare • CIHm
después que tomo cuerpo la voz de haber sido cierta la negociación de la conferencia
[franco-sarda]; y que la rendición de las tropas francesas en Hasti no se había hecho sin
premeditado acuerdo, los Españoles, juzgando que los franceses los vendían y llevaban
engañados, de repente abandonaron el bloqueo de la plaza de Alejandría; y temiendo a
un mismo tiempo la infidelidad de los aliados y la venida de los enemigos, desistieron
también de la conquista de la plaza de Milán, sacando toda la artillería y llevándola em-
barcada por el río, con los demás pertrecho que por tierra se enviaron a Pavía, adonde
pensaban partir cuanto antes el Infante, el Duque de Módena y Gages; dando a entender
con semejantes disposiciones, que del todo querían apartarse de los Franceses; pero es-
tos, viendo, que los Españoles los desamparaban, y que por sí solos no podían contrastar
a los Alemanes, ni hacer frente a un Ejércuto superior en fuerzas; por último, recelán-
dose que no les cerrasen el paso para Génova y la Provenza, abandonando todo el país
inmediato a los ríos Tánaro, Po y Bormia, se retiraron arrebatadamente a la Ciudad de
Novi.
Sonó mal en España la conferencia [franco-sarda], y con motivo de ella se hablaba
mal de los Franceses, y aún eran aborrecidos, de suerte que el mismo Rey, arrebatado
de la ira y de las persuasiones de su consorte la Reyna, sin reflexionar lo que hacía y los
graves inconvenientes que podían seguirse, determinó apartarse de los Franceses, alia-
dos tan inconstantes y poco fieles, y solicitar nuevas alianzas y amistades más seguras.»
Doc. 10. Sobre hacer guerra con aliados
GUZMÁN-DÁVALOS, Jaime Miguel de (marqués de la Mina): Máximas para la
Guerra. Ed. Manuel-Reyes García Hurtado. Ministerio de Defensa. Madrid, 2006, Ca-
pítulo VII, pp. 252-253.
«Pocas empresas grandes se consiguen con tropas de dos príncipes, porque rara vez
se unen tanto los intereses que no difieran las máximas, y por consecuencia las órdenes
de que son la víctima los generales. Sé por dolorosa experiencia lo que no hice y lo que
pude hacer en varias ocasiones, si mandase tropas del rey sin aliados. (…)
Conservo la dificultad de hacer guerra gloriosa con aliados, aunque fuesen de mejor
fe que lo que ha introducido en los gabinetes la que llaman hoy razón de estado y política
de cortes, que no es otra cosa que un fantasma desconocido del honor para deslumbrar
las insidias. Dichoso el ministerio cuyas máximas se dirijan sólo al interés de su prínci-
pe, sin dependencia de otro, y más dichoso el general que manda un ejército con tropas
que sólo reciban una orden, pues obrará con menos número más que con un millar que
divida la obediencia.»